Los euroescépticos y nacionalistas y Aristóteles. La historia de la búsqueda de una personalidad colectiva


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Sin duda alguna, uno de los aspectos más curiosos de la teoría filosófica de Aristóteles es que, en lo referente a la organización política, éste no fue capaz de ver más allá del modelo de la ciudad-estado, de la polis griega. Así, calificó a ésta como como el objetivo final (telos) de la evolución natural de la organización social, aun en una época en la que los grandes imperios no eran para nada desconocidos: Egipto tenía ya sus buenos milenios de historia detrás y el gran imperio de Alejandro Magno, de quien había sido preceptor, acababa de nacer.

Así pues, es chocante que se limite a asegurar que no hay vida más allá de la polis, que ésta es el súmmum y que con ella basta para satisfacer plenamente todas las posibles necesidades de los seres humanos, que muy acertadamente denomina animales políticos. Indirectamente, además, esto nos lleva inevitablemente a asegurar, visto el resto de sus postulados y por decirlo en sus términos, que toda organización política superior a la polis es artificiosa y va contra la naturaleza de las personas.

Esto se encuentra de frente claramente con nuestra concepción actual de la organización política, en la que tan arraigado tenemos la estructura del estado-nación. Nos parece impensable considerar o volver a considerar nuestro mundo como un conjunto de simples ciudades y, desde luego, no creo que nadie opine que eso sea ni mucho menos el objetivo final de la evolución social. Aun aquellos que se limitan a pensar en su nación como lo máximo, buscando reducir los actuales estados (de nacionalismos hay y ha habido siempre muchos ejemplos en Europa), piensan en un estado, y nunca en meras ciudades.

Y esto nos lleva inevitablemente al tema central de esta entrada, pues al igual que Aristóteles fuera en la Grecia clásica incapaz de concebir una organización política más allá de la ciudad-estado, hoy en día los nacionalistas y los euroescépticos (no es necesario ser lo uno para ser lo otro, aunque suele ir bastante parejo) no entienden tampoco organizaciones superiores a las del estado entorno a la nación, tales como la Unión Europea, Yugoslavia o, por qué no llevarlo más a un terreno cercano, España misma.

Claramente aquí sobreviene una pregunta: ¿qué les lleva a actuar de esa manera? ¿Por qué no pueden pensar más allá de lo que conocen, de aquello que les es cercano? No seré yo el que ofrezca una respuesta taxativa a este fenómeno, ni mucho menos, pues no aspiro a comprender los entresijos que rigen, no ya el proceder, pensar y sentir de una persona, sino el de toda una parte de la sociedad, que por ejemplo en el caso de Reino Unido con el Brexit puede llegar a ser mayoritaria, pero sí trataré de apuntar una posible causa.

Esta es, sin lugar a dudas, eso sí, desde mi modesta opinión, la de la búsqueda de una personalidad colectiva. Esto es, una parte de la sociedad se siente amenazada por los rápidos cambios y transformaciones que se desarrollan, y no se siente representada por el poder político. Tratan, así, de encontrar su propio lugar en el mundo, uno en el que se sientan cómodos y representados. Así, Aristóteles (y me imagino que muchos de sus conciudadanos) veía con desconfianza esa apertura hacia el Este. Ellos eran griegos y de X polis, qué caramba, ¿por qué iban a tener que preocuparse o luchar por aquellos que habían sido sus enemigos apenas unas décadas antes? Era, simplemente ridículo, una tontería.

De idéntica manera piensan, creo yo, nuestros contemporáneos euroescépticos: Europa no es más que burocracia inútil y dinero desperdiciado en países lejanos que mejor estaría empleado en nuestros propios estados para solucionar los innumerables problemas de nuestros ciudadanos. Y también los nacionalistas, cuando opinan que sólo un único y concreto estado conteniendo a un único y concreto grupo social (exista o haga falta crearlo) les representa, y que nada más allá de ello lo hace.

En todo caso, sean cuales fueren las motivaciones internas de los euroescépticos, nacionalistas o del propio Aristóteles para ir contra la Unión Europea unos, estados plurinacionales otros, o agrupaciones superiores a las ciudades-estado el estagirita, a mi entender, tanto la Unión Europea como los estados plurinacionales (como dije, creo que no hace falta discutir la idoneidad de las agrupaciones sociales superiores a las polis a estas alturas de la historia), representan una gran oportunidad de futuro, con numerosas ventajas desde un punto de vista de redistribución de la riqueza y empoderamiento colectivo de todo un gran grupo de personas, y no sólo de unas pocas y son, en definitiva, algo por lo que habría que velar con más ahínco por parte de todos.

Como ya sostuve en mi primera entrada, relativa al Bien, éste no puede ser sino el bien común, y desde luego a mi parecer la mejor manera de lograrlo es a través de la asociación internacional de estados, de comunidades, de personas, de tal forma que se coordinen mejor los recursos y políticas públicas encaminadas a otorgar un mayor grado de bienestar al ciudadano del mundo. Debemos mirar hacia delante: debe hacerse realidad un concepto superior a la nación.

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